sábado, 26 de diciembre de 2009

Margaritas cuando quieras...



El Sujeto caminó por el campo verde, caminó durante horas, sentía sed y calor... a lo lejos, el paisaje gris de la ciudad y sus etiquetas le daban escalofríos, pensó en qué sentirían los pobres mortales que allí habitaban, y no pudo evitar que una lagrimita de plata se le cayera, porque fué así... se le cayó...; tuvo ganas de salir corriendo y volver a la ciudad, y abrazar a alguien, a cualquiera... pero no sucumbió ante su deseo... en todo este tiempo que había durado su preparación para realizar este viaje, había aprendido, entre miles de cosas, a controlarse...

Se aproximaba el ocaso por la esquina de su hombro derecho cuando dejó atrás la verde pastura para seguir caminando por ése llano, seco y árido terreno... todo empezaba a teñirse de lila, el cielo, por donde cruzaba una bandada de pájaros, fué tomando el color de tintes rosados, lilas, naranjas... el sol, agonizante se reflejaba en sus gafas redondas, y El Sujeto sonreía...
Parecía tonto, pero sonreía para no demostrar su miedo, seguía teniendo costumbres y marcas registradas de la vida en sociedad, él no demostraba nada que lo hiciera senrirse, o verse inferior... éso era lo único que aún lo marcaba como habitante de aquella triste, gris y sucia ciudad, él podía recorrer sus calles con los ojos cerrados, conocía cada callejón oscuro y cada mural, cada graffiti, ésos que según la mayoría eran hecho por "vándalos", y según él eran hechos por artistas...

Miró a su alrededor... no había nada más que tierra agrietada y seca y una que otra roca... se sintió solo... y el miedo a lo desconocido lo invadió nuevamente, por completo... dudó en seguir su camino... pero era demasiado tarde... le había tomado horas llegar hasta allí, y no tenía la fuerza suficiente como para emprender el camino de regreso...

Mientras caminaba, comenzó a recordar la primera vez que la había visto... con su bufanda gris y su boina marrón... con esa sonrisa leve, que brindaba confianza... con sus grandes ojos abiertos de par en par, observando todo sentada en ése banco de aquella plaza desierta, ése banco en donde el se sentó y allí ella le dijo que lo buscaba desde hcía tiempo para realizar su misión... LA misión... Ella había sido la mujer a la que él más había amado...

Todo había llegado a su vida tan de golpe que le costaba creerlo incluso en ése mismo momento...

La noche se acercanba cuando divisó, entre las nubes de polvo algo rojo... era lo primero que veía en kilómetros y kilómetros... entonces corrió... corrió como nunca antes había corrido...

Llego exahusto, para descubrir una puera rojaa la que intentó abrir, inutilmente, porque estaba cerrada... "¿¡Una puerta!? Y cerrada..." pensó desilusionado... y ella apareció como por arte de magia, como siempre lo hacía, y sin decir ninguna palabra lo observó unos minutos... él estaba arrodillado en el suelo, eojado, triste, desilusionado... en sus manos tenía un puñado de tierra que regaba con grandes lágrimas, ... abrió sus dedos y observó la tierra caer, mientras se preguntaba en voz baja y con un nudo en la garganta:

- "¿Por qué todo tiene que ser tandifícil, por qué tiene todo que costarme tanto?"

- "Para disfrutar todo más cuando cumplas tu misión"

- "Pero... ¿por qué yo? nunca he tenido ningún talento ni habilidad, tampoco soy listo, ni culto, ni mucho menos, sabio..."

- "Así tenía que ser" -Dijo ella con una sonrisa compasiva, mientras lo ayudaba a levantarse... -"Toma el collar que te llegó a la puerta de tu casa, ése que usas de amuleto"

El buscó bajo su camisa y sostuvo en sus manos ése collar que tenía desde hacia años... Ella lo tomó, lo apoyó en el suelo y lo aplastó con su bota... Él no pudo soportar, la empujó y muy enojado, porque ella había roto su amuleto, se agacjó a juntarlo, o lo que quedaba de él...

Entre las piezas rotar e incrustadas en la tierra encontró una pequeña llave...

- "¿Ahora entiendes por qué llegó a ti?" -Dijo ella apoyada en la puerta...

Él se levantó y la besó... ya estaba listo para emprender su viaje...

- "No me olvides..." -Le dijo ella con lágrimas en los ojos...

De las lágrimas que ambos derramaron sobre ésa tierra árida mientras se besaban, crecieron margaritas...

- "Sería imposible" -Le respondió él mientras abría la puerta...

- "Te espero siempre" -Dijo ella mientras ahogaba un sollozo, se echó a sus brazos y lo besó nuevamente...

Él la miró y le dijo sonriendo:

- "Margaritas cuando quieras nena..." -Y de la puerta una luz salió e inundó todo el lugar... y él desapareció...

Ella sonrió algo inestable mirando SUS MARGARITAS, llena de sentimientos que se mezclaban en su alma haciendo un cócktell de emociones... pero feliz, porque sabía que al terminar su misión él vendría a buscarla... y podrían ser felices nuevamente juntos, en ése país que un día ella había abandonado... ése donde van los besos que no dimos, las palabras que nunca dijimos, ése lugar que guarda los sueños que aún no cumplimos, y allí esperan a que volvamos por ellos, cuando nuestra misión en este plano se acabe...

En un abrir y cerrar de ojos estaba nuevamente en su casa, en su cuarto,... y mientras miraba como la ciudad se inundaba con la oscuridad, la paz y el silencio de la noche, vió en el borde de la luna la sonrisa de él... y sintió como si de algún lugar él la abrazara y le dijera al oído:

"Margaritas cuando quieras nena... margaritas cuando quieras..."

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